Comedia de fantasía en la que dos adolescentes se enfrentan a un científico nazi en Winnipeg. Si había un cambio de tono (para mal o para bien) en el cine de Smith con Red State (2011), que ya se veía atenuado en Tusk (2014), ahora está completamente perdido. Da la impresión que la única excusa del proyecto es tener a su hija y a la hija de Johnny Depp protagonizando una película. Son un par curioso, pese a que sus personajes no pasan de la superficialidad con la que los guionistas de la edad de Smith representan la superficialidad de los adolescentes. Algunas cosas despiertan simpatía en el film: los efectos especiales de factura artesanal, el bicherío propio de una producción de Full Moon, los satanistas, las salchichas nazis y un villano que tiene por objetivo matar a los críticos. Pero la película es inofensiva hasta la exasperación. Kevin Smith empieza a auto reciclar su propio cine reciente, de hecho toma algunos personajes y actores de Tusk. Cuando prolonga esas escenas para reírse de la caracterización de un actor disfrazado (ya sea Justing Long o Johnny Depp) nuestras esperanzas en el género humano se pierden. Llamarla película de terror porque hay un monstruo es un despropósito.