Cuento de terror en el que un joven consigue un trabajo en una agencia de la bolsa cuyos miembros son hombres lobos en New York. El concepto de una sociedad secreta, del protagonista que llega a un lugar extraño, de la fascinación por el mal y de los mitos del género de terror como metáfora sigue la misma línea que The Brotherhood (2001) y The Frightening (2001). DeCoteau resuelve el film con su habitual démarche de planos cortos, abundantes diálogos, estilismos visuales baratos, ausencia de gore y desnudos y ligero toque homoerótico. El horror está más connotado que denotado. Aunque en este caso la película sufre un par de problemas: el guión es demasiado esquemático y previsible (la relación con la novia corre por caminos trillados) y la dualidad de la personalidad del protagonista (inocente y ambicioso) está demasiado subrayada. Igualmente la historia ofrece una mirada crítica a las concepciones utilitarias del trabajo (donde sólo importa el resultado) del sexo (como parámetro del éxito) y del amor (como simple mediador de los objetivos) que no dejan bien parado a nadie. Tal vez no sea su film más inspirado, pero sin duda es representativo de la nueva etapa de David DeCoteau.