Secuela de Witchboard (1986) en la que una joven artista se pone en contacto con una antigua residente de su departamento a través de un tablero de Ouija en Los Angeles. Tenney utiliza la misma dinámica de Peacemaker (1990), de una mujer en medio de dos hombres y de estilismos en los movimientos de cámara, para mantener el atractivo del producto. Porque la historia ya ha sido vista miles de veces, la actriz protagonista tiene una voz insoportable y las tres muertes no tienen nada especial. Eso sí, el momento en el que la protagonista sale de una habitación verde muestra un excelente uso de la elipsis, del off visual y de la capacidad de insinuar el clímax en el bosque.