Cuento de terror en el que una empleada de una agencia de subastas despierta a un genio maldito que concede deseos en forma de muerte en Los Angeles. El film tiene tres puntos a favor: la corta duración (en 80 minutos el ritmo trepidante no da tiempo para caer en clichés), la excelente actuación de Andrew Divoff como el genio (combina elegancia y maldad) y los impresionantes efectos especiales de maquillaje (un imaginativo show del gore). Si a eso sumamos los cameos de Angus Scrimm, Kane Hodder, Tony Todd y Robert Englund (actores que interpretaron a algunos de los asesinos más ilustres del slasher fantástico), el film se convierte en un pequeño placer para los seguidores del género de terror. Los asesinatos están mostrados con una acertada dosis de humor negro y dan pie a unas estrafalarias imágenes gore (los esqueletos que salen del cuerpo, la decapitación con cuerdas de piano, la cabeza aplastada, las estatuas de piedra). Wishmaster es un producto que en otro momento se hubiera perdido en las estanterías de los videoclubs, pero con el revival del género propiciado por Scream (1996) logró estrenarse en las salas y cobrar cierta notoriedad.