Drama criminal en el que dos delincuentes coreanos se conocen en Paris y empiezan a trabajar para la mafia local. Ecos del primer Scorsese, Mean Streets (1973), aparecen en el retrato de las calles, la relación destructiva de la pareja protagonista y la utilización de las canciones. Parece que estos films sirven de catarsis para los realizadores jóvenes. A diferencia de la posterior obra de Kim Ki-duk, la película tiene un montaje más dinámico y cierto sentido del humor. Por momentos la sucesión vertiginosa de la acción y el retrato un poco caricaturesco de los mafiosos alejan al film del realismo, pero eso no quita que también ensaye un particular cruce entre la belleza y el horror, entre el arte y la violencia.