Film noir en el que un detective de policía mata accidentalmente a un sospechoso y encubre su asesinato en New York. Preminger realiza uno de sus mejores films, otra vez con la pareja protagonista de Laura (1944), Dana Andrews y Gene Tierney. Pero esta vez la trama no tarda en adquirir rasgos de pesadilla en primera persona a partir de un protagonista errático y atravesado por el sentimiento de culpa y arrastrado en una curva descendente. Películas como Homicide (1991) de David Mamet y Bad Lieutenant (1992) de Abel Ferrara siguen este mismo procedimiento. Preminger aprovecha el material para pintar con acierto los personajes secundarios (la vecina vieja que duerme sentada junto a la ventana, la dueña del restaurant al que el policía lleva a comer a la esposa de la víctima, el padre de ella, el compañero policía del protagonista), deslizar una ironía inocente en los diálogos (el padre que le dice a la hija que por fin no sale con un matón), maltratar la figura heroica del detective (que se humilla yendo a la boca del lobo dos veces en una actitud suicida) y encontrar sugerentes figuras en la puesta en escena ya sea a partir de las sombras de la fotografía como en los decorados.