Drama en el que un equipo de fútbol americano pierde casi todos los jugadores en un accidente aéreo en West Virginia en la década de 1970. McG abandona los ángeles de Charlie e incursiona en el drama deportivo basado en una historia real acentuando aún más sus limitaciones como cineasta. Desde las actuaciones de madera de todo el reparto, los diálogos como concurso de preguntas-respuestas, el perfeccionamiento del contraplano redundante, hasta movie montajes de canciones que adornan el paso del tiempo, el dramatismo creado por victimización instantánea y la fotografía de color naranja azul corregido; estamos en presencia de un producto execrable en todo sentido. Podríamos mencionar muchas fallas más en el guión y la puesta en escena (la hipocrecía de ganar a toda costa, la ineptitud para filmar los partidos, la incapacidad para filmar los partidos de fútbol, la negación para mostrar algún detalle relevante del deporte, el germen fascista que esconden estos relatos). El único consuelo: ver a David Strathairn como director de la Universidad (no sabe nada de fútbol) preguntar en la última jugada: “¿anotamos?” Parece que los trabajos televisivos contagiaron el limitado talento de McG. Lo redujeron aún más.