Adaptación de comic en la que un grupo de superhéroes son acosados por un asesino en una realidad paralela de los Estados Unidos en 1985. Luego del remake Dawn of the Dead (2004) y del éxito desproporcionado de 300 (2006), Zack Snyder se mete en el mundo de los superhéroes con ínfulas de autor y un relato épico. Pero entre la sobreabundancia de flashbacks, el uso abusivo de la voz en off, las secuencias de acción que reproducen tics publicitarios, una trama de thriller carente de tensión y unos actores que nada pueden aportar, es incapaz de darle fluidez a la historia, de llegar a la raíz afectiva o de, al menos, funcionar como autorreflexión del subgénero. Porque ni siquiera los signos “adultos” del producto como las dosis de sexo y de violencia, la profundidad psicológica, las referencias históricas y la utilización de las canciones pueden despertar algo en el espectador. Son recursos demasiado conscientes de su auto importancia. Poco es lo que queda: la secuencia de créditos que recorre los acontecimientos más relevantes del siglo XX en América o la escena de Billy Crudup antes de convertirse en una masa de energía azul. Snyder se confirma como un compositor de imágenes y sonidos vacíos y carente de vida, por más que busquen afanosamente lo contrario.