Secuela de Wall Street (1987) en la que un joven de corredor de bolsa está de novio con la hija de Gordon Gekko en New York poco antes de la caída de los mercados de 2008. Definitivamente out del cine contemporáneo después de la vergonzosa Word Trade Center (2006), la olvidable W. (2008) y los documentales caseros sobre Latinoamérica, Oliver Stone se recicla a sí mismo. La principal diferencia es que si en algún momento tuvo el poder de fijar la agenda, ahora es la agenda la que dicta sus películas. Si la trama carece de todo sustento, los tres protagonistas parecen que están actuando en una película distinta, los diálogos instalan una barrera con el espectador que es difícil de superar, la referencia a Il buono, il brutto, il cattivo (1966) viene gratis y el desgano con que están filmadas las escenas es demasiado evidente, en la resolución ya es imposible escapar a la sensación de telefilm. Algunas virtudes del Stone de antaño (el idealismo en el retrato de América, los breves detalles realistas cazados al pasar) apenas aparecen. Tal vez haya que esperar 30 años para entender por qué los films de Stone tuvieron éxito a fines de la década de 1980 y principios de la década de 1990. Pero no vale la pena.