Cuento de terror en el que un joven llega una exclusiva universidad que profesa una nueva religión que practica rituales vudú en California. DeCoteau repite la fórmula de sus últimas películas de terror de llegada a un lugar extraño, personajes encerrados y rituales satánicos. Pero a partir de este film incluye un sentido del humor más consciente y unos motivos homosexuales más explícitos y delirantes. Lo realmente aterrador de la historia es que un grupo de jóvenes católicos, ascéticos y que duermen en la misma habitación queden a merced de un fanático religioso que los abusa, acosa y lava el cerebro. Porque el misterio de la trama carece de entidad (ya desde el prólogo conocemos la amenaza). Asesinatos no hay, sí transformaciones en muñecos en el más puro espíritu de Full Moon. Los personajes de los villanos resultan realmente ridículos, así como actores que los interpretan. Si bien no es un film abiertamente gay, la profusión de torsos desnudos, los diálogos en doble sentido, las escenas de los jóvenes acariciándose en la cama y las poses de los actores en la secuencia de créditos se convierten en el leitmotiv de la propuesta. Ya para cuando la administradora de la universidad se convierte en una especie de demonio con cuernos en la cabeza, lencería erótica y voz de hombre, no queda más que celebrar la genialidad trash de la propuesta. DeCoteau a punto de terminar su vínculo con Full Moon por los excesos gay de sus películas, toma un camino absolutamente delirante.