Cuento de terror en el que una adolescente es acosada por una fuerza sobrenatural después de jugar a la Ouija con dos compañeras de colegio en Madrid en 1991. Inspirado en un supuesto caso real. La combinación que propone la trama de juego de la Ouija, posesión demoníaca e historia basada en un caso real parece un poco rebuscada, pero Plaza la resuelve de la única forma posible: haciendo un preciso retrato de personaje. De allí que su película se llame Verónica y no La posesión de Verónica (título que igualmente algunos distribuidores de América latina no resistieron ponerle). En ese sentido la presentación no puede ser más elocuente: la joven asistiendo a sus hermanos pequeños para ir al colegio porque su madre debe trabajar en un bar para mantenerlos. Esta Verónica poco tiene que ver con las adolescentes que se retratan habitualmente en el cine de terror. Ni siquiera Carrie (1976), siempre vista como un bicho raro desde la novela de Stephen King hasta la película de Brian De Palma, tiene esta mezcla de vulnerabilidad, entereza, curiosidad y belleza. La ominosa música de Chucky Namanera durante los breves planos de transición denota la influencia del euro horror en Plaza. Los directores españoles de terror por lo general carecen de fineza. Aunque esto es algo que se puede decir de toda la generación de cineastas dedicados al género surgida durante la década de 2000. Desde los mejores (Rob Zombi) hasta los peores (Eli Roth), hay un problema con la intensidad o, mejor dicho, con el miedo a perder la intensidad que lleva a forzar las acciones y los recursos visuales. Sólo algunas excepciones (Lucky McGee, Ty West) escapan a la regla. Pero en este caso Plaza encuentra algunas soluciones inspiradas: ese plano que se sostiene mientras la enfermera de la escuela la interroga luego de perder el conocimiento, esas luces que iluminan las estrellas dibujadas en el techo de su habitación mientras se sumerge en la música, esa breve visita a la fiesta de sus amigos que está delante de ella pero parece en una dimensión diferente por lo lejana que resulta al mundo de la protagonista. Plaza y su ocasional codirector catalán Jaume Balagueró han rodado en inglés y bordeado los esquemas de Hollywood, pero hasta ahora no han dirigido un film allí. Las películas de terror sobrenatural supuestamente inspiradas en hechos reales por lo general caen en la trampa de utilizar la coartada con los hechos verídicos como único fundamento de su capacidad para asustar. Afortunadamente este no es el caso. La frontera de lo sobrenatural no se cruza en cuanto a que siempre hay una explicación racional a los sucesos, pero en esa zona indeterminada Verónica encuentra imágenes realmente aterradoras.