Cuento de terror en el que una banda de cazadores de vampiros financiada por el Vaticano busca a un vampiro en New Mexico. Luego de varios fracasos comerciales en la década de 1990, Carpenter realiza una operación similar a la que hizo con Prince of Darkness (1987) en la década anterior. Regresa a las bases, al bajo presupuesto (siempre relativo) y a un terreno más personal. El resultado es inmejorable. Vampires es el film de su obra que más explícitamente asume los paisajes del western. Carpenter reinventa la figura del vampiro a partir de la corporalidad y la ferocidad. El retrato de los sádicos cazadores expresa la ambigüedad del mal. Los personajes, en un par de pinceladas, adquieren entidad. Los recursos visuales (fundidos, zooms, ralentíes) están oportunamente utilizados. Tal vez sea su mejor film desde los tiempos de The Thing (1982). La escena que abre el film (los cazadores se meten durante el día en una casa repleta de vampiros en medio del campo), la asociación de fundidos en las dos secuencias en el hotel y el fundido en rojo con la imagen del vampiro colgado del techo muestran que Carpenter todavía está en plenitud de formas. Algunos montajes en paralelo que alteran el punto de vista del relato y el clímax débil (por el recurso del ritual interrumpido) le quitan un poco de impacto, pero son fallas menores. Carpenter hace su moderno y personal aporte al vampirismo. El film es mucho más que una simple curiosidad.