Documental en el que José Luis Guerín busca a una mujer que conoció 25 años antes en Strasbourg. Sin diálogos, sin música, sin sonido y sin movimiento, Guerín hace una apuesta más narrativa que sus otros documentales. La película funciona como una especie de policial o cuento de misterio a la vez que sirve como preparación y acompañante de En la ciudad de Sylvia (2007). El problema de los films de fotografías es que dependen demasiado de la voz en off (o los intertítulos en este caso). Guerín desarrolla su obsesión voyeurística sobre el rostro femenino, algo que ya estaba presente en Tren de sombras (1997), pero el concepto no tarda en volverse repetitivo. Para cuando el protagonista sigue la búsqueda en otras ciudades se pierde el encanto.