Comedia dramática en la una joven es abandonada por su novio durante un viaje de vacaciones a la costa de la provincia de Buenos Aires. Katz nos coloca en una posición incómoda desde la primera escena (los asfixiantes primeros planos en la oscuridad de los asientos del colectivo) y no la abandona hasta el final. El film sigue a su protagonista por bosques desiertos, calles vacías y playas nubladas con respetuosa distancia y sin explicaciones concluyentes. Por momentos produce una risa entre dientes y algo de compasión, pero nunca cae en la burla o la condescendencia. Es que el retrato de la protagonista no puede ser más patético (incapaz de olvidar, decidir y disfrutar) y las situaciones no pueden ser más caóticas (las llamadas al contestador, el desmayo en el bosque, la amistad con un gordo bueno). El final tiene un dejo de belleza porque dice todo y todo queda por decir.