Road movie en la que dos jóvenes recorren las rutas de Estados Unidos a borde de Chevy ’55 compitiendo en picadas. A partir de los largos silencios y de los tiempos muertos, la contemplación del sonido de los motores y plano leitmotiv desde el asiento trasero, Hellman logra definir a los personajes, la situación y una generación mejor que cualquier fatalista. Además se adelanta a Buñuel en quemar el celuloide en el último plano como la única formar de terminar una historia que continua y se repite.