Comedia de terror en la que un podcaster de Los Angeles viaja a Canadá en busca de una historia y se encuentra con un fanático de las morsas en una casa aislada en Manitoba. Un problema básico del cine de Smith: la gestualidad. Smith continúa sus incursiones en el género de terror. Más allá de sus virtudes y errores, Red State (2011) tenía un tono definitivamente exploitation y anárquico que Tusk carece. Pese a contar otra vez con en el papel del psicópata, el híbrido de horror y comedia que no termina de funcionar porque los géneros no necesariamente se mezclan y cuando lo hacen (el hombre-morsa) no es la de la forma más feliz. El film arranca con una presentación del personaje de Justin Long que se supone, pero las limitadas capacidades de Smith para extraer algo de sus actores. Cuando se mete en artificialmente moroso y cuando empiezan los relatos en flashback. El maquillaje sorprende en la primera ocasión, pero hubiera sido más efectivo si hubiera conservado algunos rasgos más humanos de Long. El casting del detective canadiense puede ser una sorpresa, pero el nombre del convocado es la única razón que explica la longitud de sus escenas. Eso que Tarantino cree hacer tan bien narrativamente (la suspensión), en sus últimas películas Smith trata de imitarlo y los catastróficos resultados están a la vista. Las alteraciones temporales (más bien flashbacks intercalados) hablan de la incapacidad de Smith para mantener el escenario. Es como si Hitchcock recurriera a escenas anteriores de la hermana o de su novio mientras está en el hotel.