Giallo en el que un periodista ayuda a una adolescente anoréxica que presenció el asesinato de sus padres en Minnesota. Argento trata de combinar la impronta del giallo italiano con el modelo narrativo del thriller americano. El resultado es caótico: espiritismo, alucinaciones, niño en la casa vecina a la del asesino, anorexia, clínicas, policías duros y body count se reúnen sin solución de continuidad ni lógica narrativa. Hasta tal punto que uno duda por momentos si Argento no estaba tratando de hacer un film realmente vanguardista. Uno puede aceptar que el guión avance a empujones del azar, que las actuaciones no encuentren el tono ni el tino, que la banda sonora sea más convencional y hasta que el móvil de venganza del asesino sea explicado en un flashback, pero no que el poder visual de Argento se pierda en la velocidad de los acontecimientos.