Policial en el que un agente negro investiga los asesinatos de un hombre blanco disfrazado de negro en San Francisco. Inspirado lejanamente en un caso real. Girdler da un paso hacia el mainstream con un blaxploitation a ritmo de música funky y tensiones raciales. La película está más cerca del policial que del psycho thriller, pero resulta rutinaria de principio a fin. Ya sea por la caracterización del asesino, por la inoperancia del detective, por las poco elaboradas (cuando las muestra) secuencias de asesinatos, por la fácil revelación del móvil, por el tópico secuestro de la novia del policía o por la falta de sorpresas en general.