Cuento de terror en el que dos hermanos van a visitar a sus abuelos que empiezan a comportarse de forma extraña en Pennsylvania. Luego de dos sonados fracasos en la taquilla, Shyamalan emplea todo su salario de After Earth (2013), unos $ 5.000.000, para financiar su película de más bajo presupuesto. Convoca al productor estrella del género de terror de los últimos años (Jason Blum) y recurre al formato más popular del género en la actualidad (el falso documental, me resisto a llamarlo found footage, que es otra cosa). Es una apuesta segura para recuperar el favor de la industria y, en cierto sentido, también de la crítica, que lo viene maltratando sin parar desde Lady in the Water (2006). Más allá de la inclusión del humor, de un acercamiento al terror desde la más pura cotidianidad y de una caracterización de la amenaza que no va por los caminos habituales del falso documental (fantasmas, zombis, apariciones), The Visit es su película más efectiva y menos arriesgada en mucho tiempo. Shyamalan choca contra las limitaciones de un formato que en todo momento nos recuerda la ficcionalización de la realidad. Ni siquiera Ti West pudo sacar mucho de él en The Sacrament (2013). La nula construcción de atmósfera, los sustos tan berretas como previsibles y las actuaciones (pseudo) espontáneas invalidan irremediablemente este tipo de productos. Que ocasionalmente haya habido films efectivos en este formato es más producto de la casualidad que de la causalidad.