Drama criminal en la que un grupo de policías busca capturar a Al Capone durante la época de la ley seca en Chicago en 1930. La película está resuelta con una llamativa corrección, al menos para los estándares de Brian De Palma. Pero dado lo conocido de la historia y de los personajes, la gran disposición de medios y los nombres convocados en el equipo técnico y artístico (guión de David Mamet, música de Ennio Morricone, Robert De Niro como Al Capone), uno podría esperar algo más. Incluso las pocas secuencias de acción no lucen como deberían (salvo una). La cruda inclusión de la violencia, las muertes y la sangre y el contraste entre la semi marginalidad de los policías y el ambiente lujo en el que se manejan los mafiosos cumplen su función, pero lo mejor termina siendo la famosa secuencia en la escalera de la estación de trenes.
El problema de la película es que se presenta como un film de gangsters visto desde el punto de vista de los policías, por lo que casi no muestra a los gangsters (y cuando lo hace no son más que torpes ilustraciones). Como se ha dicho por ahí, Robert De Niro con este film comenzó a convertirse en una parodia de sí mismo. A Kevin Costner, Sean Connery y Andy Garcia no se les puede pedir mucho. De Palma queda encorsetado en una producción de estudio de alto perfil en la que sólo puede incluir su sello en la secuencia ralentizada de la estación de trenes (pero es muy breve y no se conecta muy bien con lo que viene antes y después).