Western en el que un pistolero llega a un pueblo del Oeste y apadrina a un inexperto sheriff. La peligrosa indefinición del argumento entre el retrato de un protagonista afligido, la relación de complicidad con el sheriff, la xenofobia hacia los indios y los villanos muy poco definidos se nota en el cansancio y el aburrimiento de los actores y en la poca inspirada puesta en escena de Mann. La única solución atractiva es el tiroteo final que muestra a Anthony Perkins bien lejos de la cámara y al villano de espaldas cerca del objetivo.