Cuento de terror en el que dos familias van de campamento y se pierden en el sur de Francia. Raoul Ruiz incursiona en el cine de terror de clase B (canibalismo y locura incluidos), pero el refinamiento de la puesta en escena eleva al producto por encima del mero exploit. La sencillez de la utilización de algunos recursos como fundido de la calavera sobre el rostro y el montaje que niega el sonido natural es mucho más aterradora que cualquier exceso gore.