Comedia de terror y ciencia ficción en la que una sustancia desconocida, especie de helado blanco gigante, se mueve en masa y altera las personas que toman contacto con ella en la costa este de los Estados Unidos. A partir de temáticas como el consumismo de la sociedad capitalista, Larry Cohen hace una película pintoresca, eminentemente fantástica, al estilo de la ciencia ficción de la década de 1950. Su film puede considerarse un remake no acreditado de The Blob (1958), mucho más atractivo que el que efectivamente hiciera Charles Russell en 1988. Esas imágenes de pueblos fantasmas de la América profunda donde sólo quedan zombis comiendo helados y los efectos especiales de innegable factura de clase B resultan muy efectivos.