Comedia dramática en el que un matrimonio se separa y sus hijos quedan en custodia compartida en New York en 1986. A partir de un guión descontracturado, de un uso realista de la cámara y de una sincera mirada a los personajes, Baumbach plasma la distancia emocional que dominan las relaciones familiares. Sin caer en golpes bajos, una postura condescendiente o la sátira fácil hace un retrato de una burguesía intelectual que poco tiene que hacer en la América de Reagan de la década de 1980. Los problemas de los hijos (identificación, decepción) y los problemas de los padres (mantener la conducta, posibilidad de cambio) se agravan al comprobar que es imposible modificar la realidad. El gran mérito del film es que los personajes son conscientes en todo momento de la excesiva racionalización que hacen de sus emociones, pero no pueden evitarla. Destacar que por fin una escena de psicoanálisis en el cine tiene el poder de sugerir lo que no se recuerda. Baumbach encuentra espacio en un circuito indie necesitado de nuevas voces.