Drama en el que un viudo se muda con su hija de seis años a un pueblo pesquero del norte de Canada. Adaptación de la novela de Annie Poulx. Hallström continua adaptando novelas de encargo Miramax. En este caso nunca encuentra el hilo conductor. Porque uno puede aceptar un personaje abatido, idiota y sometido, pero no que cada cinco minutos se nos recuerde la causa con la recurrencia del agua. Kevin Spacey es uno de los más grandes blufs actorales de los últimos tiempos. Y el tono deprimente de la trama y la fotografía sólo están para mortificar al protagonista. Si además sumamos psicologismos como el niño ahogado del padre lo convierte en mediocre y la niña violada por el hermano la convierte en lesbiana, ya tenemos una idea de las elecciones de los realizadores. Después, la historia de amor marcada por traumas y tragedias, los episodios semi cómicos en el nuevo trabajo, la redención final, purificación con la destrucción de la casa, detestable es poco decir. La película sólo puede tener algún mérito como cuento de terror involuntario con pesadillas y cadáveres incluídos.