Comedia dramática en la que un padre de una familia de genios quiere enmendar sus errores y pasar sus últimos días con ellos en New York. En su tercer film, Anderson se muestra cada vez ambicioso. Más personajes, más relaciones, más canciones y más estrellas en el reparto. Crea un mundo propio, incluso da una versión ficticia de la ciudad de New York. Y recurre a una elaborada estructura narrativa con división de capítulos e inclusión de flashbacks. El film se destaca por la arquitectónica puesta en escena con influencias de Kubrick y por el ritmo de cada escena que deja lugar tanto para el gag como para el silencio. El inconfundible toque melancólico también está presente en la historia de amor imposible entre los hermanastros, en una impresionante secuencia de intento de suicidio que recurre a los jump cuts y en la muerte final del protagonista en la que todos los personajes acuden al funeral. El excelente uso de las canciones se puede ver en el prólogo cuando los chicos están en la terraza y una versión instrumental de Hey Jude sube el volumen en el momento que el águila vuela, en el encuentro de Luke Wilson y Gwyneth Paltrow con These Days de Nico y un exagerado ralentí, en el intento de suicidio y traslado al hospital con Needle in the Hay de Elliott Smith que se corta, y en la escena del beso en la carpa con dos temas de los Rolling Stones en el tocadiscos. Los personajes parecen pintados: Gene Hackman como un patriarca desagradable pero con corazón, Anjelica Huston como la madre seria y responsable y Kumar Pallana como el mayordomo indio todavía leal a su patrón. Los momentos más hilarantes resultan el partido de tenis en el que se retira Luke Wilson, cuando saca de abajo y tira la raqueta al aire, y el plano – contraplano de los cuadros en la casa de Owen Wilson. El film es la confirmación de Anderson como uno de los pocos autores que puede llevar a cabo sus mundos dentro de la industria de Hollywood actual.