Cuento de terror en el que una profesora universitaria investiga el caso de un pueblo afectado por plagas bíblicas en Louisiana. El film es un vano intento de recuperar los temores religiosos al género de terror, más que nada por la incapacidad y el desgano de Hopkins como director. Ya el prólogo en el que Hilary Swank se pasea por Concepción, Chile y los pobladores hablan con acento centroamericano da la pauta de lo poco en serio que los realizadores se tomaron el proyecto. Después todo es cuesta abajo: la presentación de la protagonista dando una clase que refuta milagros, su pasado trágico que la obligó a abandonar la fe en Dios, los habitantes del pueblo sureño retratados según el estereotipo duro, la presencia del asistente negro que no supone amenaza para la heroína, la relación amorosa (!?) con un hombre (?) del pueblo. Da la impresión que la película es otro de esos proyectos que se les da luz verde por una idea visual espectacular (el río teñido de rojo) y el resto trata de rellenarse con puros lugares comunes. Pero aun así la imagen en cuestión carece de auténtica naturaleza fantástica y de real poder de sugestión, por lo que no puede ser aprovechada dentro de la trama. La referencia final a Rosemary’s Baby (1968) no es más que un guiño gratuito. La compañía Dark Castle no puede afirmarse como un referente del cine fantástico porque alterna aciertos con bodrios insoportables.