Comedia dramática en la que un ex boxeador vuelve de Estados Unidos para establecerse en su pueblo natal de Irlanda en la década de 1920. El tono distendido, que no es ligero ni mucho menos banal, muestra la serenidad de la última etapa como director de John Ford. La secuencia en la que el protagonista descubre a Maureen O’Hara guiando a las ovejas en la colina al viento debe lo más bello que filmó en su vida. Oportunamente el protagonista le pregunta a su chofer: “¿Es eso real?”. El color verde y el rojo de la fotografía en technicolor pocas veces lucieron tanto en una película. El retrato del pueblo y de los irlandeses es bastante pintoresco (gritones, borrachos, supersticiosos) y el sustrato machista de la historia no se puede esconder por ningún lado, pero lo que le importa a Ford es cómo las tradiciones, rituales y ceremonias entran en conflicto con la presencia de un extraño.