Drama en el que un chico inglés se convierte en activista por los derechos humanos en Sudáfrica de 1937 a 1948. Avildsen tiene la extraña habilidad de esquivar los golpes bajos y de no tratar al espectador como imbécil, pese a que los materiales con los que trabaja son muy propensos a estas tendencias. En ese sentido, la precisión del montaje en las escenas de abuso que rozan la abyección y la resolución tan simple como abierta resultan ejemplares.