Drama en el que una pareja de adictos a la heroína malvive en New York. Schatzberg hace el retrato carente de todo sentimentalismo de una pareja encerrada en un círculo vicioso. El realismo es seco, duro y, por momentos, perturbador. La ausencia de música refuerza esta idea. La escena en que la pareja protagonista se encuentra en un departamento repleto de droga y drogadictos es impresionante. La historia policial carece de peso porque los personajes están condenados de antemano. Algunos detalles como el gesto del bebé ante un Al Pacino que sufre una sobredosis o el cachorro que se cae del barco le dan hasta cierto vuelo poético al horror que muestra la película.