Comedia dramática en la que un refugiado sirio llega a Finlandia mientras un vendedor se separa de su mujer y abre un bar en Helsinki. Kaurismäki toma un tema de actualidad, la inmigración, pero en su caso no puede hablarse de oportunismo porque toda su obra gira alrededor de los marginados. Sí hay que destacar la simpleza y la ausencia de subrayados que recibe el tema: “Nadie quiere vernos”, dice en algún momento el protagonista. El comienzo en puro silencio es una secuencia de cine mudo en su más alta concepción: la imagen del refugiado que sale de la carga del barco como un vampiro y la huida del vendedor de su casa puntuada en dos detalles visuales (la llave y el añillo que deja a su esposa). Luego de que los protagonistas se cruzan brevemente al principio, Kaurismäki nunca recurre a los montajes paralelos. Deja respirar al relato y a sus personajes. La independencia de las dos tramas es total hasta el momento que confluyen. Una vez que lo hacen se impone el tono de comedia (los excéntricos empleados del restaurant, la sorpresiva visita de los inspectores, el chiste con el sushi), pero con un trasfondo melancólico. La presencia de la música es una constante y Helsinki queda retratada como una ciudad poblada de fantasmas, bares y alcohólicos.