Comedia en la que un grupo de personas conversan desnudos en un restaurant de New York. La película es un radical ejercicio antinarrativo (no hay trama o argumento, solo una sucesión de planos) y antiestético (todos los cortes del montaje están marcados por la pantalla en blanco). Es como si Warhol quisiera destruir el lenguaje cinematográfico, no reconstruirlo o redefinirlo como las nuevas olas europeas. Pero hay una concepción del cuerpo, el exhibicionismo y del actor como rendición ante… que articula todo el discurso y le da sentido.