Cuento de terror y ciencia ficción en el que un extraterrestre secuestra modelos que se presentan para una sesión de fotos de una revista de Londres. Gilling supera los modestos medios de producción y el descaro argumental de la trama gracias a un excelente trabajo de puesta en escena que prefiere sugerir la presencia del monstruo antes que mostrarla. En ese sentido, la excelente fotografía en blanco y negro, el uso de las sombras, la profundidad de campo y las angulaciones levemente torcidas dan un aire pesadillesco a las escenas que transcurren en Londres. A retener ese plano detalle al principio en el que la que la científica es tomada por una garra delante de la puerta del laboratorio. La puerta de Jacques Tourneur todavía está presente en Gilling, pero ahora tiene una pequeña ventana que permite ver los reflejos de las luces de lo que sucede adentro.