Aventura fantástica en la que una expedición arqueológica despierta el espíritu de una momia en Egipto en 1923. Más que un remake del film de terror con Boris Karloff de la década de 1930, la película es una aventura en la línea de Indiana Jones (la ambientación, la búsqueda de tesoros, la competencia entre dos grupos) orientada a la comercialidad actual y la audiencia general. El sentido del humor es torpe y paródico. La momia tiene poderes sobrenaturales ilimitados (domina insectos, cambia de forma, maneja el clima), se aprovecha de los vivos para recuperar su apariencia original y su punto débil son los gatos (?!). Creada digitalmente, carece de toda entidad terrorífica. Sus apariciones son para divertir antes que para asustar. La estructura narrativa tiene una arranque aceptable (el prólogo con la muerte de Imhotep, la batalla en el desierto, la presentación de los personajes en la biblioteca, el viaje en barco, la investigación en la ciudad de Hamunaptra). Pero después cae en demasiados lugares comunes, agrega segmentos innecesarios y se excede en el uso de efectos digitales (la tormenta de arena es el único destacable). La historia de amor es apenas decorativa y el resultado final carece de toda identidad.