Policial en el que los residentes de un antiguo hotel son visitados por un agente del FBI que investiga el asesinato del hijo de un millonario en Los Angeles en un futuro cercano. La película es definitivamente una rareza en cuanto al tono, el ritmo y las situaciones. Por un lado niega la narrativa convencional y por el otro tensa al máximo la aceptación del amor como único camino a la felicidad. El retrato de la pareja protagonista retrasada no es para nada complaciente. Agrega elementos cómicos (el admirador de los Beatles, los problemas de espalda del agente, el indio que vende basura de alquitrán) y cierto aire futurista (los dispositivos que tiene el agente), aunque la historia está ambientada apenas en 2001. Sin embargo el misterio se hace difícil de sostener y la resolución se vuelve dilatada. Algunos apuntes sueltos sobre la televisión, los medios y la globalización conectan con el último Wenders, en especial In weiter Ferne, so nah! (1993).