Recreación del cuadro Camino del calvario de Pieter Bruegel el Viejo en Flandes en 1564. Lech Mejewski sube la apuesta: reparto internacional, relación cine-pintura, experimento visual-digital. El resultado es estimulante. Consigue la proyección internacional que sus películas anteriores carecían. Visualmente impactante la armonía de los fondos digitales y el impresionante uso del color, narrativamente segura, casi total ausencia de diálogos, breves episodios retratan la edad media, algunas imágenes sugieren más de lo que muestran: la chica que se queda parada con el joven al lado, las mujeres que se quedan mirando las víctimas de la creación. El único reparo es la presencia de in Michael York venido a menos. ¿Ya se usaba el botox en el siglo XVI? Mejewski logra finalmente armonizar la influencia de la pintura en su cine.