Drama en el que un joven se enamora de la heredera de una acaudalada familia en decadencia en Indianapolis en 1873. Aun pese a los cortes del estudio, al cambio del final y al ritmo precipitado del montaje, se observa el genio de Welles en los virtuosos planos secuencias, en los decorados expresionistas y en el aliento trágico del relato. Al meterse siempre en lugares peligrosos (los personajes de poder de dudosa moralidad), su discurso se vuelve maleable. Algo con lo que tendrá que luchar durante toda de su carrera.