Policial en el que el detective Philip Marlowe debe resolver el supuesto suicidio de un amigo en Los Angeles. Hay unas tensiones constantes (que Altman nunca se ocupa de resolver) entre una premisa un poco banal y la intriga que igualmente genera, entre el tono pulp y distendido y las explosiones de violencia, entre el gigantesco artificio y la adscripción al realismo del cine americano de la década de 1970. Probablemente el film sea uno de los primeros ejercicios “posmodernos” del cine americano. Y su encanto se deba a que diálogos de la novela de Chandler siguen siendo irresistibles y a que las leyes de la calle, como las de la selva, continúan inmutables.