Thriller en el que un abogado con sueños premonitorios se encarga de defender a un aborigen acusado de un crimen en Sydney durante una ola de tormentas meteorológicas. En su tercer largometraje Peter Weir se vuelve espiritual, en una búsqueda similar a la que emprenderá Tarkovsky en Stalker (1979) y Offret (1986), pero siendo más apocalíptico en la resolución. Pese al ritmo lento y que el film descansa en el trabajo de los actores, quedan en el recuerdo imágenes perturbadores como las apariciones del aborigen en la casa y la ciudad cubierta de agua.