Thriller en el que la esposa de un doctor escapa con medicación y conoce a un joven inocente en un pueblo del estado de New York. John Dahl plantea una reformulación de la figura de la femme fatale: el poder de dominio y avaricia de la mujer es signo de las nuevas sociedades hasta tal punto que la facilidad con que consigue trabajo expresa la contradicción de las grandes ciudades con el campo y la confusión de amoralidad, locura y amor que ha reemplazado la idea de trascendender. El ajustado guión de Steve Baranick es consciente de la omisión de datos e incluso se reserva un par de giros al final para nada complacientes. Tal vez el mejor film noir de la década de 1990.