Biopic de Pu Yi, el último emperador de China, que sólo pudo reinar su país cuando era niño a principios del siglo XX. Si bien el acercamiento trata de ser íntimo e introspectivo, termina siendo frío y distante a causa del didactismo narrativo y del acartonamiento de la puesta en escena. Aun así brotan interpretaciones sobre la dificultad de cambiar lo que en la niñez y en la juventud se aprende. En ese sentido, la metáfora del insecto que queda guardado (y vivo) en el palacio es pertinente. Si en sus anteriores colaboraciones con Bertolucci, la fotografía de Vittorio Storaro era espectacular, en esta no alcanzan las palabras (en especial en las escenas de Palacio de la ciudad prohibida).