Aventura fantástica en la que un niño con poderes sobrenaturales trata de dar equilibrio a los reinos del Agua, la Tierra, el Aire y el Fuego en un mundo ficticio. Por primera vez Shyamalan adapta un material ajeno, la serie de animación Avatar: The Last Airbender (2005-2008), e incursiona en un terreno desconocido. Sin ser desastrosos los resultados, el film está lejos de lo mejor que puede hacer. La mezcla de timing pausado, de ausencia de humor y de abundancia de efectos especiales no funciona ni con su estilo ni con el género en que está incursionando. Igualmente la forma de sostener y cortar el plano, algunas bellas imágenes y las secuencias de acción en continuidad le dan al film su toque personal. Pero la historia (una condensación de la primera temporada de la serie), las actuaciones que no encuentran el tono y la resolución en función de la continuación dan como resultado un producto fallido. Shyamalan debe pagar el precio de algún fracaso en taquilla y de la constante mala crítica. No elige el mejor camino.