Film noir en el que una banda de ladrones planea y ejecuta un robo perfecto en un hipódromo de Los Angeles. Stanley Kubrick construye una película cronómetro donde todo está meticulosamente calculado y cada secuencia tiene la duración justa. El problema es la falta de emoción y sentimiento al planteo. El film ya pertenece a una nueva configuración del policial en la que no son ajenas las alteraciones temporales y las efectistas irrupciones de violencia. Puede ser atractivo compararlo con Reservoir Dogs (1992) de Tarantino, que vendría a ser una especia de secuela o reinterpretación. La resolución irónica ensaya una crítica hacia los personajes del cine negro.