Drama deportivo en el que un adolescente de New Jersey se muda con su madre a Los Angeles y participa de un torneo karate con la ayuda de un sensei japonés. En los tiempos del auge del videoclip, que venga un film que privilegia el “pulir y lustrar”, el tiempo y el aprendizaje ya es una rareza. Después, la suficiencia hawksiana con que Avildsen rescata las cosas simples y bellas (la playa, la pelota, la relación con la chica), resuelve las escenas de pelea en el torneo y planifica el primer beso de la pareja (en continuidad de plano) hacen el resto. Hasta se puede perdonar el exceso de higiene del producto.