Thriller de acción en el que un agente del FBI debe cazar a un asesino entrenado por las fuerzas especiales en Oregon. De no ser por la dupla protagonista de Tommy Lee Jones y Benicio Del Toro estaríamos en presencia de un producto de clase B en cuanto a la premisa y la ejecución. Lo que no estaría mal. Salvo que el perfil de los personajes, un experto asesino que nunca mató y el otro que mata para proteger los animales, no se sostiene por ningún lado. Por no hablar de las innecesarias referencias bíblicas y de los flashbacks de entrenamiento (aunque breves). Si bien Friedkin trata de ser fiel a la mejor arma (el realismo), el guión no ayuda, la violencia está restringida y no puede evitar los lugares comunes. Lo mejor termina siendo la fotografía y la ambientación en la naturaleza que le dan un sentido físico a la acción. Es una lástima que uno de los directores americanos más ambiciosos y consecuentes de la década de 1970 malviva con estos encargos del Hollywood actual.