Comedia en el que un empleado común pasa a ser presidente de una gigantesca corporación y crea el baile del hula-hula en New York en la década de 1950. La película tal vez sea la más absurda y más disparatada de los Coen, aunque no descuida la sátira al vacío y a lo cíclico del capitalismo. Lo mejor es la recreación de época, tributo al Hollywood clásico, aunque también con cierto toque de Tim Burton.