Comedia policial de aventuras en la que el prestigioso conserje de un hotel es perseguido a causa de una herencia que le dejó su amante en un reino ficticio de Europa en la década de 1930. Luego de una de sus películas más bellas y poéticas, Moonrise Kingdom (2012), Wes Anderson redobla su apuesta al hacer una película de época en Europa con robos, persecuciones, asesinos y el totalitarismo de fondo. Pero en vez de apuntar a lo grandilocuente o a los excesos, el film se sostiene en la pequeña forma de la acción y en los detalles. En ese sentido, la inspiración en las obras del escritor austríaco Stefan Zweig, cuya prosa urgente, febril y tragicómica se adapta a la perfección al ritmo de Anderson, es un gran acierto. Resultan geniales el cambio de formato de pantalla hacia el tamaño más chico a medida que se adentra en la historia principal y el montaje precipitado de la resolución que se asemeja al cierre de un libro. Anderson realiza otra pequeña obra maestra en miniatura.