Aventura en la que un grupo de chicos busca un tesoro pirata en un pueblo costero al norte de California en los Estados Unidos. El gran mérito de la puesta en escena de Richard Donner es la fluidez narrativa y la ausencia de subrayados. A riesgo de ser monótona, auténtico desorden, acomoda su lenguaje visual a las nuevas generaciones. La película bordea la fantasía, es necesaria la complicidad con los personajes gritones, pero indudablemente tiene aciertos, el día nublado. La novedad del guión de Chris Columbus es dar rienda suelta, suelta a las ideas más puritanas y conservadoras de la época, más allá de los chistes de Corey Feldman o las piernas de Kerri Green, relacionando el concepto de familia, el destino del tesoro y la contradicción de los rechazados. Los efectos especiales de ILM son simples luces. Toda una experiencia de la infancia para quien pudo verla en esa edad.