Policial en el que una pareja de detectives de New York intentan detener un cargamento de droga que llega de Francia. Friedkin hace una película simple y realista en la que se destaca el retrato de personajes (los festejos infantiles ante algún pequeño logro) y la cámara nerviosa que le da un tono casi documental a la acción. Pese a que en un momento pone una elipsis que no va con el tono del film (porque cambia la perspectiva del relato), la resolución no pierde realismo.