Comedia musical de terror en la que un cantante de rock es internado en una clínica psiquiátrica de Orange County, California luego de asesinar a su esposa. Luego de más de 10 años Ken Russell vuelve al cine con una película filmada en el jardín de su casa en compañía de amigos y vecinos. Más allá de las limitaciones de este tipo de ejercicio casi amateur todavía muestra su capacidad para componer imágenes extravagantes, provocativas de fuerte contenido afectivo, ya sea a partir de los primeros planos, los planos detalle o el uso de la iluminación. La historia se consume en delirantes referencias al universo de los cuentos de Edgar Allan Poe, canciones de rock de dudosa procedencia y gags dilatados. Para destacar la imagen de un perro saliendo de las entrañas abiertas de un cadáver. Pero el concepto se agota mucho antes de que aparezcan los créditos finales.